viernes, 17 de noviembre de 2006

Persiste Cesantía


Soy la perfecta imperfección de una realidad común, que los otros quieren ver sólo en estadística. Nadie quiere mirar carne, rostro, ni oír la voz de una Cesante porque todos tienen la convicción de que siempre necesitamos algo.

Soy sospechosa en primer grado por el simple hecho de no tener trabajo.
Sospechosa de molestias, de alguna moneda perdida, de andar con malas vibras y con cara de pedir fiado en el negocio de la esquina.

Sospechosa de tener tiempo libre para inventar tonteras, de andar siempre con la libreta atrasada a la espera de alguna invitación y de una desnudez en decadencia como las esperanzas de que esta pesadilla finalice antes que termine la tarde, para que el insomnio no colme de puntos suspensivos otra noche y amanecer triturada junto a la última esperanza.

Triturada junto a la última esperanza, camino por el cansancio y por esta sensibilidad que no quiere perder la dignidad, ni entregarse a la desesperación de estos días sin futuro.

Continuo pendiente, indigente y postergada, con una sonrisa profesional en las manos, infinitas copias del currículum y de mi misma. ¡A estas altura todo original se ha perdido, inclusive el de mi propia esencia!. Aún así, la vida continúa y en cada atardecer agradezco la sombra iluminada en el espejo.

Cansada, desnuda, triturada, emerjo sonriente desde las cenizas que fui ayer, el mundo no doblega a quien aguarda respuesta, no existe el fracaso para quien espera.

Me apodero de los lugares públicos, por eso me siento en una banca municipal, si hace mucho frío o calor, hay que entrar al museo o a alguna exposición de algo, lugares donde te puedes tomar un café gratis, o pedir un vaso de agua sin que nadie te ponga mala cara, ya que todos tienen poco quehacer.

El celular suena, la vacante ha sido ocupada, o no fui seleccionada. ¡A la cresta esa oportunidad!. Me deprimo medio segundo y continuo esperando mientras converso con otra cesante sobre lo inestable que está el tiempo y lo gastado en fotocopias y en correo.
La locomoción no importa, hace bien caminar cuarenta o sesenta minutos diarios, sirve de ejercicio, para que se va a gastar en micro o colectivo, hay que caminar. Así la tragedia se mira por el lado positivo, lado por el cual mira todo chileno su realidad. CONTINUARÁ.

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