viernes, 2 de febrero de 2007

Comunión Nocturna


Como siempre, desde siempre esperando que su silencio calce con la soledad escrita en mi voz.

Hoy, nuevamente estoy aquí, como hace siglos, juntando ausencias para que su orfandad se diluya en los colores pálidos de mi piel.

Como siempre, mirándola desde los cinco puntos cardinales, dejándola ser y que sea en mí como yo soy en ella, vertiente de un paraíso indómito y solitario como los pasos de un profeta novicio.

Cada cual con su lenguaje de amapolas trizadas, caminando juntas hacia un mismo destino cotidiano, huyendo hacia patrias musicales y regresando a casa, sin partituras ni abecedarios donde sepultar el último cáliz del olvido.

Desde siempre, me voy esparciendo brumosa bajo su garra diabólica, delicada, virginal, hasta ser agua para su boca infinita, colmada de océanos estrellados a punto de caer. Y ella, diluyendo sus pétalos celestiales sobre esta mundana piel, hasta inundar mis días con el sabor del azul oscuro de sus pupilas.

Como siempre, desde siempre, estoy sobrevolando la noche y la noche se embriaga con mi aroma de mujer provinciana. Así nos amamos hasta fundirnos en una sola.

Tal vez por eso los hombres que me besan, siempre dicen que mi lengua sabe a misterio y a noches pendientes.

Como siempre, voy hacia ella hasta formar parte de su lenguaje. Desde siempre, la noche viene hacia mis campos cubiertos de vino y de una ligera esperanza. Ambas nos necesitamos para no morir demasiado en un solo día.

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