El frío se ha despertado en mi
piel, camina colonizando cada pliegue, cada poro y me envuelve con su voz de
escarcha. Todo mi cuerpo lentamente ha
ido perdiendo su tibieza en esta noche de estrellas cerradas. En cada movimiento recibo el aroma de su piel
abstracta, en cada gesto recibo del aire su nombre escrito.
En esta hora tengo todo el frio
atrapado en mis pies, en mis manos enrojecidas, en mis labios partidos. Aún con una taza de agua caliente, siento
como su desnudez me golpea por dentro y por fuera y sonrío entre sus dientes y
permito que me cubra con sus dedos de niebla.
Quizás porque el frío, despierta
esos lugares despoblados que me habitan, lo dejo niño cruzar mi espalda, le
permito traer a esta habitación sus soledades que siento y comparto, aún en
días de sol.