viernes, 18 de marzo de 2016

LA NOSTALGIA Y DEAN REED


El calor, como un quiste aferrado a la ciudad no quiere rendirse y nos asola con su ardor sofocante.  Hoy es otro día de marzo, mes repetitivo como los otros once meses.  La mañana estuvo agradable; hizo frío.  Solo por la tarde, el sol, a modo de despedida, dejó caer trozos de furia y sudamos durante tres horas solamente.

Ante la inestabilidad del tiempo y de las emociones, nada mejor que retirarse de la ciudad y evadir la nostalgia provocada, quizás, por el ocaso.  Dicha evasión esta vez consistió en ir al cine y ver el documental “GringoRojo”.  No fue la mejor opción para calmar la nostalgia, pero ahí sentada en una butaca viajé al mundo libre que soñaba Dean Reed, (cantante norteamericano) quien después de venir a Latinoamérica se percató de la extrema pobreza existente en aquella época (1960).  Este hecho me recordó a Buda encerrado en su castillo y que después de ver a un hombre enfermo y a una mujer vieja, se percató que existía el dolor en el ser humano y se retiró para meditar la forma de erradicar el sufrimiento. 

Dean Reed, sin embargo, se convirtió en cantante revolucionario y gritó junto a un pueblo de gente humilde, sacrificada y llena de ideales.  Las concentraciones y las marchas en aquel entonces eran masivas, se lee en una de las pancartas “Queremos igualdad”, que tristeza: antes de los setenta, ya estábamos pidiendo igualdad.   A medida que iba rodando el documental pensaba en la ingenuidad y fuerza de aquellas mujeres y hombres, unidos en busca de un futuro digno.  Ví de nuevo, el miedo en los rostros de aquellos que sufrieron opresión, de cómo se fue escribiendo el poema “Somos cinco mil” de Víctor Jara y el dolor ante la injusticia y crueldad, comenzó a desplazar la nostalgia que traían mis emociones.  Nos quedan demasiadas marcas en la memoria.  Memoria fragmentada por el vértigo del consumismo y el aislamiento al que nos conduce la tecnología.

Reed, fue un cantante peligroso para cualquier gobierno, ya que en todos los países existen los desplazados por el sistema, los que perciben un sueldo indigno y trabajan demasiado.  Este hombre idealista, recorrió Latinoamérica y Europa, su canto fue la voz para quienes padecían el rigor de la injusticia y otras vicisitudes.  Es interesante la vida de Dean Reed apodado por algunos como el “Elvis Rojo”.  Los espectadores, antes que terminara el documental, aplaudimos a ese hombre rebelde y soñador que entregó horas de catarsis, donde el grito de libertad, igualdad y justicia se pedían con el puño en alto y después … bueno, ya sabemos lo que ocurrió después, en nuestro país.

A pesar de que el frío es bien recibido, nos abrigamos y fuimos con los amigos a beber un algo en forma lenta.  La noche ya se ha empoderado de la ciudad, las calles solitarias permiten ver el esplendor de una calma momentánea.  Estamos bajo la luz.  Allá un poco más lejos está ocurriendo otra vida dentro de hospitales, prostíbulos, comisarías y otro mundo, detrás de las puertas cerradas.  Es tiempo de ir a casa, retomar los momentos habituales y luego ignorar el insomnio presentido. 


Hoy en día nuestras manifestaciones son aisladas.  Un grupo de personas luchan por un ideal, otras lo hacen por una causa diferente.