miércoles, 6 de abril de 2016

RECADOS DE UN POETA MENOR


Omar Cid, poeta aventurero de sueños y realidades que permanecen tendidas en las calles y plazas de un país que, aún no puede derretir la nieve oscura que permaneció durante los 17 años de dictadura militar, entrega en su poemario “Recados de un Poeta Menor” veinte poemas breves. 

Comenzando desde el exterior, el libro es de formato minimalista, por lo que la cercanía que se produce con el objeto libro permite una lectura íntima y más estrecha con los textos.  La imagen de la portada tiene un peón de ajedrez (esta pieza representa un soldado de infantería que va de a pie a la batalla, su misión es proteger a la escuadra mayor de guerra).  Este peón está posicionado en la quinta fila del tablero, jugada extraña, ya que en la primera movida el peón sólo puede llegar hasta la cuarta fila.  En frente, los contrincantes están en su respectiva posición de origen y los deberá enfrentar, esquivar y defenderse.  Las torres que siempre se mueven amurallando el tablero apenas son perceptibles, quizás en esta jugada poética cada verso las ha derribado.

Después de leer el poema “Arte Poética” cierro el universo minimalista de Omar Cid y pienso en la primera estrofa:

“… tarde o temprano
La trama nos traiciona
Y el oficio queda trunco …”

El verso “la trama nos traiciona” me lleva a reflexionar que los acontecimientos ya se han producido, y lo han hecho de tal forma, que el oficio (en este caso del poeta) se ha visto interrumpido y sobrepasado por los sucesos.  La tragedia ha sido consumada, cosa contraria de lo que ocurre en el poema “Ajedrez” de Jorge Luis Borges: “¿Qué dios detrás de dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonía?”.  Aunque Borges presenta una existencia predeterminada dirigida por una entidad superior que maneja la vida dejándonos en una agonía constante, donde la trama tiene como base la esperanza y la desolación.  Sin embargo, en Omar Cid, la trama se ha desarrollado culminando en traición, sin posibilidad de otro inicio.

A pesar de esta realidad, la voz poética de nuestro autor realiza un acto de levantarse y de reafirmarse ante un mundo hostil.  En el poema “Se niega” nos habla de su rebeldía ante la sumisión, considera (erróneamente) que la temática de género es tan solo un juego, proclama que su quehacer creativo no pasa por el estudio ni el conocimiento, sino que busca desentrañar la verdad “en los estantes de la Vicaria”.  En el poema “Escribir” perfila su filosofía de vida, revela los motivos que lo impulsan a continuar construyendo universos donde plasmar su frente ideológico.  Omar Cid, no da tregua al olvido, es así como el poema “Fuga” logra mantener vivo el recuerdo de Mauricio Gómez Lira, que en el año 1992 es asesinado por personal de investigaciones y gendarmería, junto a su compañero José Miguel Martínez.

En el libro Recados de un Poeta Menor, no tenemos la presencia de un cuestionamiento existencialista, ni versos cargados de metáforas, su tenor es denuncia y enfrentamiento con quienes han sacado provecho personal de las circunstancias históricas por las que otros lucharon y/o dieron la vida.  Para enfrentar la realidad el hablante no se cubre de vestiduras, ni de títulos honoríficos, solo se presenta como un peón de ajedrez que comienza el juego, en este caso un discurso, una proclama.  Además, se autodefine Poeta Menor, relegándose a una categoría de invisibilidad o ausentismo sobre los escenarios, donde convergen los escritores ¿mayores? o reconocidos ya sea por sus obras o porque abandonaron la patria poética para relacionarse con el poder, obtener cargos y de esta forma ver publicadas sus obras.  Esta temática queda plasmada en el siguiente poema:

NOSOTROS

A nosotros nos instruyeron
en cuestiones tan útiles
como mecha rápida y lenta.
Ustedes en cambio
escribían a la soledad
a las jodidas palomas
a las manzanas verdes y rojas
en los días de estado de sitio.
Nosotros bañábamos las paredes
de consignas rudimentarias
Ustedes practicaban el deporte de las palabras
coleccionando repeticiones
para honor y gloria del próximo caído.

Nosotros sudábamos la gota gorda
huyendo de la parrilla
y los versos quedaban almacenados
en los bolsillos de la memoria.

Debido a eso/ cuando los miro
elevando el pecho al horizonte
y doblegando el lomo
esperando financiamiento
No hago otra cosa
que amontonarlos
como hojas disipadas
por el calendario.

Omar Cid, nos habla desde su experiencia, en su discurso no se vislumbra la creación de un mundo ideal, pero sí nos entrega un testimonio de profundo contenido social y político, pero en el poema “Cuando llueva” el hablante realiza un brusco giro hacia la nostalgia, donde se perciben ligeras pinceladas de romanticismo, pero finalmente, el hablante poético continua con la desolación, dado que la “trama” ha finalizado.

CUANDO LLUEVA

Una estrella asoma a lo lejos
tiene esperanza de posarse en mis ojos
Extiendo una mano
y seco el rostro a la luna
una palabra golpea mi pecho
desplegando el desierto sobre mis canas
Llueve y no hay paraguas
para impedir el látigo de los grafemas
sobre mi espalda
un río cruza mi patio
me sumerjo en el caudal
de voces antiguas
Tengo tatuado nombres en mis brazos
nombres para el olvido
Cabalgué con ellos
hasta cuando la brisa de los sueños
cedió su lugar
al temporal de las pesadillas
Llueve otra vez …
y la ciudad se vuelve amigable
como el silbido en la montaña
como tus ojos
cuando llego tarde
Llueve y tu espalda se pierde
por calle Moneda
Recojo una lágrima
de las mejillas de una ventana
y la guardo en mi bolsillo
a ver si regresas
cuando llueva
por la tarde …


Se ha librado una batalla más en el tablero de ajedrez que es la vida, una eterna batalla  donde  “…la trama nos traiciona… ” o “¿… la trama empieza …?”.

viernes, 18 de marzo de 2016

LA NOSTALGIA Y DEAN REED


El calor, como un quiste aferrado a la ciudad no quiere rendirse y nos asola con su ardor sofocante.  Hoy es otro día de marzo, mes repetitivo como los otros once meses.  La mañana estuvo agradable; hizo frío.  Solo por la tarde, el sol, a modo de despedida, dejó caer trozos de furia y sudamos durante tres horas solamente.

Ante la inestabilidad del tiempo y de las emociones, nada mejor que retirarse de la ciudad y evadir la nostalgia provocada, quizás, por el ocaso.  Dicha evasión esta vez consistió en ir al cine y ver el documental “GringoRojo”.  No fue la mejor opción para calmar la nostalgia, pero ahí sentada en una butaca viajé al mundo libre que soñaba Dean Reed, (cantante norteamericano) quien después de venir a Latinoamérica se percató de la extrema pobreza existente en aquella época (1960).  Este hecho me recordó a Buda encerrado en su castillo y que después de ver a un hombre enfermo y a una mujer vieja, se percató que existía el dolor en el ser humano y se retiró para meditar la forma de erradicar el sufrimiento. 

Dean Reed, sin embargo, se convirtió en cantante revolucionario y gritó junto a un pueblo de gente humilde, sacrificada y llena de ideales.  Las concentraciones y las marchas en aquel entonces eran masivas, se lee en una de las pancartas “Queremos igualdad”, que tristeza: antes de los setenta, ya estábamos pidiendo igualdad.   A medida que iba rodando el documental pensaba en la ingenuidad y fuerza de aquellas mujeres y hombres, unidos en busca de un futuro digno.  Ví de nuevo, el miedo en los rostros de aquellos que sufrieron opresión, de cómo se fue escribiendo el poema “Somos cinco mil” de Víctor Jara y el dolor ante la injusticia y crueldad, comenzó a desplazar la nostalgia que traían mis emociones.  Nos quedan demasiadas marcas en la memoria.  Memoria fragmentada por el vértigo del consumismo y el aislamiento al que nos conduce la tecnología.

Reed, fue un cantante peligroso para cualquier gobierno, ya que en todos los países existen los desplazados por el sistema, los que perciben un sueldo indigno y trabajan demasiado.  Este hombre idealista, recorrió Latinoamérica y Europa, su canto fue la voz para quienes padecían el rigor de la injusticia y otras vicisitudes.  Es interesante la vida de Dean Reed apodado por algunos como el “Elvis Rojo”.  Los espectadores, antes que terminara el documental, aplaudimos a ese hombre rebelde y soñador que entregó horas de catarsis, donde el grito de libertad, igualdad y justicia se pedían con el puño en alto y después … bueno, ya sabemos lo que ocurrió después, en nuestro país.

A pesar de que el frío es bien recibido, nos abrigamos y fuimos con los amigos a beber un algo en forma lenta.  La noche ya se ha empoderado de la ciudad, las calles solitarias permiten ver el esplendor de una calma momentánea.  Estamos bajo la luz.  Allá un poco más lejos está ocurriendo otra vida dentro de hospitales, prostíbulos, comisarías y otro mundo, detrás de las puertas cerradas.  Es tiempo de ir a casa, retomar los momentos habituales y luego ignorar el insomnio presentido. 


Hoy en día nuestras manifestaciones son aisladas.  Un grupo de personas luchan por un ideal, otras lo hacen por una causa diferente.