Omar
Cid, poeta aventurero de sueños y realidades que permanecen tendidas en las calles
y plazas de un país que, aún no puede derretir la nieve oscura que permaneció
durante los 17 años de dictadura militar, entrega en su poemario “Recados de un
Poeta Menor” veinte poemas breves.
Comenzando
desde el exterior, el libro es de formato minimalista, por lo que la cercanía
que se produce con el objeto libro permite una lectura íntima y más estrecha
con los textos. La imagen de la portada
tiene un peón de ajedrez (esta pieza representa un soldado de infantería que va
de a pie a la batalla, su misión es proteger a la escuadra mayor de
guerra). Este peón está posicionado en la
quinta fila del tablero, jugada extraña, ya que en la primera movida el peón
sólo puede llegar hasta la cuarta fila.
En frente, los contrincantes están en su respectiva posición de origen y
los deberá enfrentar, esquivar y defenderse.
Las torres que siempre se mueven amurallando el tablero apenas son
perceptibles, quizás en esta jugada poética cada verso las ha derribado.
Después
de leer el poema “Arte Poética” cierro el universo minimalista de Omar Cid y
pienso en la primera estrofa:
“…
tarde o temprano
La
trama nos traiciona
Y
el oficio queda trunco …”
El
verso “la trama nos traiciona” me lleva a reflexionar que los acontecimientos
ya se han producido, y lo han hecho de tal forma, que el oficio (en este caso
del poeta) se ha visto interrumpido y sobrepasado por los sucesos. La tragedia ha sido consumada, cosa contraria
de lo que ocurre en el poema “Ajedrez” de Jorge Luis Borges: “¿Qué dios detrás
de dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonía?”. Aunque Borges presenta una existencia
predeterminada dirigida por una entidad superior que maneja la vida dejándonos
en una agonía constante, donde la trama tiene como base la esperanza y la
desolación. Sin embargo, en Omar Cid, la
trama se ha desarrollado culminando en traición, sin posibilidad de otro inicio.
A
pesar de esta realidad, la voz poética de nuestro autor realiza un acto de
levantarse y de reafirmarse ante un mundo hostil. En el poema “Se niega” nos habla de su
rebeldía ante la sumisión, considera (erróneamente) que la temática de género
es tan solo un juego, proclama que su quehacer creativo no pasa por el estudio
ni el conocimiento, sino que busca desentrañar la verdad “en los estantes de la
Vicaria”. En el poema “Escribir” perfila
su filosofía de vida, revela los motivos que lo impulsan a continuar
construyendo universos donde plasmar su frente ideológico. Omar Cid, no da tregua al olvido, es así como
el poema “Fuga” logra mantener vivo el recuerdo de Mauricio Gómez Lira, que en
el año 1992 es asesinado por personal de investigaciones y gendarmería, junto a
su compañero José Miguel Martínez.
En
el libro Recados de un Poeta Menor, no tenemos la presencia de un
cuestionamiento existencialista, ni versos cargados de metáforas, su tenor es
denuncia y enfrentamiento con quienes han sacado provecho personal de las
circunstancias históricas por las que otros lucharon y/o dieron la vida. Para enfrentar la realidad el hablante no se
cubre de vestiduras, ni de títulos honoríficos, solo se presenta como un peón
de ajedrez que comienza el juego, en este caso un discurso, una proclama. Además, se autodefine Poeta Menor,
relegándose a una categoría de invisibilidad o ausentismo sobre los escenarios,
donde convergen los escritores ¿mayores? o reconocidos ya sea por sus obras o
porque abandonaron la patria poética para relacionarse con el poder, obtener
cargos y de esta forma ver publicadas sus obras. Esta temática queda plasmada en el siguiente
poema:
NOSOTROS
A
nosotros nos instruyeron
en
cuestiones tan útiles
como
mecha rápida y lenta.
Ustedes
en cambio
escribían
a la soledad
a
las jodidas palomas
a
las manzanas verdes y rojas
en
los días de estado de sitio.
Nosotros
bañábamos las paredes
de
consignas rudimentarias
Ustedes
practicaban el deporte de las palabras
coleccionando
repeticiones
para
honor y gloria del próximo caído.
Nosotros
sudábamos la gota gorda
huyendo
de la parrilla
y
los versos quedaban almacenados
en
los bolsillos de la memoria.
Debido
a eso/ cuando los miro
elevando
el pecho al horizonte
y
doblegando el lomo
esperando
financiamiento
No
hago otra cosa
que
amontonarlos
como
hojas disipadas
por
el calendario.
Omar
Cid, nos habla desde su experiencia, en su discurso no se vislumbra la creación
de un mundo ideal, pero sí nos entrega un testimonio de profundo contenido
social y político, pero en el poema “Cuando llueva” el hablante realiza un brusco
giro hacia la nostalgia, donde se perciben ligeras pinceladas de romanticismo, pero
finalmente, el hablante poético continua con la desolación, dado que la “trama”
ha finalizado.
CUANDO
LLUEVA
Una
estrella asoma a lo lejos
tiene
esperanza de posarse en mis ojos
Extiendo
una mano
y
seco el rostro a la luna
una
palabra golpea mi pecho
desplegando
el desierto sobre mis canas
Llueve
y no hay paraguas
para
impedir el látigo de los grafemas
sobre
mi espalda
un
río cruza mi patio
me
sumerjo en el caudal
de
voces antiguas
Tengo
tatuado nombres en mis brazos
nombres
para el olvido
Cabalgué
con ellos
hasta
cuando la brisa de los sueños
cedió
su lugar
al
temporal de las pesadillas
Llueve
otra vez …
y
la ciudad se vuelve amigable
como
el silbido en la montaña
como
tus ojos
cuando
llego tarde
Llueve
y tu espalda se pierde
por
calle Moneda
Recojo
una lágrima
de
las mejillas de una ventana
y
la guardo en mi bolsillo
a
ver si regresas
cuando
llueva
por
la tarde …
Se
ha librado una batalla más en el tablero de ajedrez que es la vida, una eterna
batalla donde “…la trama nos traiciona… ” o “¿… la trama
empieza …?”.