miércoles, 19 de junio de 2013

SALOMÉ


Llevo en la sangre la venganza de Salomé, 
el deseo innombrable de intercambiar,
el huésped lujurioso de tu cuerpo
con las cenizas sacrílegas de mi piel.

Todo arde en el éter de estas paredes,
en las sandalias de este momento,
y es que tu carne me eterniza
como las más deseada,
como la más apedreada.

Aún con los ocasos quebrados y arañados
por la bebida de tu vientre,
te cedo el privilegio de saciar el hambre de tus placeres
en el envoltorio de mi esqueleto lleno de laberintos.

Como tú, otros han traído fiebres acumuladas,
demonios escondidos.
Como tú, otros anhelan yacer en la morada
de mi insaciable lujuria.

Y ahora, me traes ofrendas,
sin antes pagar la deuda que tienes con Dios.
Me ofreces un poquito de tu alma,
el desierto húmedo de tu piel,
y yo, compasiva, lucho contra tu cuerpo
sin ser tu enemiga.

Con tus obsequios me siento niña y juego
Sobre tus muslos, debajo de tus rodillas,
beso la constelación de tus entrepiernas,
el rebaño de tus pastizales.

Vienes a mí, como yo voy a los sueños,
a ese soñar inocente de la desteñida infancia,
por un momento, con el escapulario escondido,
anhelo ser una mujer pura y casta,
pero el destino no me libera de este cautiverio
y en silencio grito: 
                                    Soy la venganza de Salomé.  Los pecados de Magdala.
                                    Soy mujer. Una Venus múltiple. Una virgen. Una Eva.
                                    Mil mujeres soy. Mil hembras. Mil demonios.
                                    Mil seres encadenados a un solo cuerpo.

(del libro Versóvulos, 1.998)

3 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Invencible entonces.
Nadie puede contigo.

Y además escribes bien.

Besos.

lichazul dijo...

lo femenino absolutamente empoderado en este hablante

gracias por tu huella
buen jueves

Amapola Azzul dijo...

Muy bonito, enhorabuena. besos.