jueves, 29 de noviembre de 2007

Domingo Crepuscular



Hoy es un día domingo
como cualquier otro
un poco de sol, algo de brisa,
gente común, haciendo cosas comunes
reposadamente.

Y yo en medio de esta rutina
aparte, como punto aparte,
como final de juego,
como principio de noche,
hora exacta para enloquecer
y enloquezco en la esquina de un planeta
a punto de estallar por una sobredosis,
embriagándome de horas comunes
para sentir que soy parte de este mundo
y no del espejo, de los abismos
donde el agua del tiempo corre furiosa
sobre la geografía de mis huesos.

Y yo, no pidiendo pan para el hambre
pidiendo esperanzas, una ensalada de asombro
una muerte por accidente, considerando
que toda la vida he sido un fatal accidente
una escalera fija hacia el vacío
hacia el vacío de una copa
hacia el vacío de una página blanca
hacia el vacío de mi misma
quedando sola con mis voces y
con todas mis vírgenes crucificadas
un domingo por la tarde.

Un domingo como hoy en que los huéspedes
del infierno salen a pasear por la costanera
de mi cerebro.

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