martes, 27 de marzo de 2007

Responso Para mi Funeral


Heme aquí con las uñas azules,
la sangre estancada, como sueldo de fin mes,
la carne endurecida como roca petrificada,
la piel fría como la sensibilidad de un dictador.

La mente lejana del espíritu … duerme
mientras el espíritu vaga sin saber lo ocurrido.
es grato andar por los bares de siempre,
sentir que me siento, bebo y luego me voy
ahora sin pagar, porque recuerden
sólo soy espíritu despidiéndose de los seres queridos.

Hay tantas flores en vez de vino,
tanto lamento en vez de poemas,
tanto equilibrio en vez de locura,
tanto negro en vez de rojo encendido.

Les dije, quiero una fiesta en mi funeral, estar sentada con una copa, un cigarro apagado (está bien, no importa, físicamente no puedo fumar) y en la otra mano un libro, un cuaderno, un portaminas 07 y una goma.

Pienso que después de esto no habrá más cordeles con ropa ajena tendidos en mi casa, no habrá una histeria mordiendo sonrisas, laberintos que colonizar con la voz ciega y los ojos mudos, caminando por la ciudad.

¡Cuánta falta le haré al mundo!

Nadie irá en caída permanente hacia la esperanza, ni bailará encima de la desesperación cotidiana.

Murió Silvia Rodríguez, la única que iba del Averno al Cielo,
la que escribía imágenes de algodón después de romperse el cráneo dentro de una copa y sobre una página en blanco.

Murió, quién decía a los hombres que para tener relaciones sexuales, no era preciso el amor,
la que volvía a ser virgen después de vestirse,
la que culpaba a todo por la resaca, nunca al vino que tomaba hasta el primer sorbo de la octava copa.

No puede ser, está llegando un espacio de vacío permanente,
despacio se desprende la huella de mis pasos y la sombra de mi cuerpo me abandona,
me pregunto ¿Quién escribirá cosas que no complazcan los oídos que se piensan eruditos y comen las migajas del poder oficial?
¿Quién dirá poto con nubes de azufre y pluma encantada endulzada en vino?
¿Quién prestará el vientre a los dioses del Olimpo, a los hombres comunes y escribirá sin la culpa del pecado original?.

Ahora, adiós. El silencio perpetuo llega, esta lápida ya tiene el “Aquí yace Silvia Rodríguez Bravo” ahora cierren la sepultura por favor, que voy a atizar el fuego del Infierno, luego aprenderé a tocar el arpa, tengo entendido que a Dios le encanta esa música, luego amarraré el aureola de los ángeles al llavero del San Pedro.

“Estamos reunidos aquí, para despedir a nuestra querida hermana y poeta”. Pobre Cura, no sabe que enciendo el cigarro en los rayos del sol, que dibujo caritas a la luna y que estoy más viva que nunca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quién es?