miércoles, 11 de junio de 2008

Rutina



Bajo la luz de su sombra despierta en mitad de un segundo abierto. Estira un poco más los músculos del cuerpo y luego se deja abrazar por el agua purificadora de la ducha.

El día sonríe al perfume que lleva puesto sobre sus sueños y contempla alegre, el vaivén de sus íntimas caderas, mientras camina hacia el trabajo, que siempre en rutina, la espera.

Llega un poco cansada, pero despierta, aún tiene restos de la jornada anterior, debajo de las ojeras, pero no es nada.

Todo se salva con un buen maquillaje, una gruesa y delicada capa de rimel y como última palada de tierra sobre el cadáver que ayer fue, sonríe, antes de entrar en la puerta de la esquina.

Habla en forma cordial, se comporta a la altura, como cualquier gerente o ejecutiva vendiendo productos de excelencia a un público exigente.

Después de unas copas se prepara para trabajar y se entrega a quien paga por su rápida y excelente atención.

Luego un pequeño y profundo lavado, retoques en el maquillaje y al salón de nuevo, porque el salón es como toda oficina, con sala de espera.

1 comentario:

Camille Stein dijo...

la rutina de la elegancia permanente... despierta y reluciente a pesar de los sueños y cansancios acumulados

un beso