de abrir la noche al medio día
en ese motel de mala muerte
que nos da vida por cuatro lucas
la hora con derecho a una piscola.
Después de un mes, una hora
con la carne desplegada al viento
lamiendo hasta los suspiros
y el aroma a pisco que intercambiamos
entre cada beso.
Por una hora somos inmorales
pero inmorales felices llenos de lujuria
y pócimas diabólicas
porque Sí, estás embrujado
con la tempestad de mi carne.
Ayer después de un mes cayendo
en la rutina cotidiana de lo aceptable
estuvimos vivos, resucitamos
por una hora a la hora de almuerzo
fuimos pintores rayando la obra maestra
con pinceladas de locura.