viernes, 15 de junio de 2007

Cuerpo Color Violeta


La noche se cumplió en ella y fue un trozo de risas húmedas salpicadas de vino. No puede amar, no tiene cuerpo, quizás por vestirse de ausencias y recuerdos color violeta, quizás por llevar en la piel rasguños de océano y nubes de fósforo prendido en la piel.

Pero es más real, camina con la vida entre los codos, bajo el rocío de las ocho de la mañana, lleva los hijos en la memoria y un bolso con ropa usada para vender a mil pesos, comprar un kilo de leche, un poco de pan y quizás azúcar para endulzar el destino que siempre la golpea a través de la mano de su esposo.

Camina delgada con ojos de persiana cerrada, labios líricos que se abren diciendo “Esos pantalones están sanitos casero”, “Mire la chaleca no tiene nada, está nuevita, también a mil pesos”. Al terminar el medio día recoge del suelo las cuatro pilchas sobrantes. Con lo ganado tiene hasta el fin de semana, luego a golpear y pedir de nuevo alguna cosita que nadie use.

Entre ventas y pedidos camina por la ciudad con puñetazos en el estómago, hematomas en los brazos y cicatrices en la voz. Su intimidad es de color verde azul, le gusta sonreír y mira al cielo dando gracias a Dios, después de cada venta.

Ha sido valiente, el coraje ahora tiene otra forma, tomó a los niños y se fue a casa de su madre. Está empezando a caminar más erguida, más real, camina para los hijos y para sí misma, sonríe sin miedo y continúa dando gracias a Dios.

La noche se cumplió en ella y es un trozo de risa fresca, ahora sin resuellos de vino y con la piel completamente blanca.

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